lunes, 26 de septiembre de 2011
Hoy estoy triste...
Sí, hoy, 26 de septiembre del año 2011 me ha entristecido mucho una noticia: murió la Premio Nóbel de la Paz (2004) Wangari Maathai en un hospital de Nairobi, Kenya, después de batallar contra el cáncer.
En este mismo blog hace un tiempo publiqué "Wangari Maathai y el colibrí africano".
Madre Árbol de África, como muchas mujeres te llamaron, desde el continente americano recibe una plegaria de amor y agradecimiento por lo que representaste y sigues representando. Porque simplemente no estará tu físico con nosotros, pero cada vez que sembremos un árbol estaremos sembrando tu semilla; cada vez que obtengamos un logro para la mujer y la paz en el mundo, estaremos sonriendo tu sonrisa.
Gracias, Maathai, por el legado que nos dejaste. Luchaste siempre y también nos enseñaste cómo luchar.
Divulgaste una historia de un colibrí, aunque en África no vive ninguno de nosotros. Pero con esa historia fueron muchas las enseñanzas que nos dejaste. Le dijiste al mundo que cada uno, no importa lo pequeño que sea, debe hacer lo que esté a su alcance aunque apenas sea una gota de agua si de apagar un incendio se trata, o sea un pequeño grano de arena si el hecho es construir un gran edificio. Al unirnos, todas las gotas de agua pueden formar un océano y contra esa fuerza, nadie ni nada puede.
¡¡¡Gracias, Maathai!!!
En este mismo blog hace un tiempo publiqué "Wangari Maathai y el colibrí africano".
Madre Árbol de África, como muchas mujeres te llamaron, desde el continente americano recibe una plegaria de amor y agradecimiento por lo que representaste y sigues representando. Porque simplemente no estará tu físico con nosotros, pero cada vez que sembremos un árbol estaremos sembrando tu semilla; cada vez que obtengamos un logro para la mujer y la paz en el mundo, estaremos sonriendo tu sonrisa.
Gracias, Maathai, por el legado que nos dejaste. Luchaste siempre y también nos enseñaste cómo luchar.
Divulgaste una historia de un colibrí, aunque en África no vive ninguno de nosotros. Pero con esa historia fueron muchas las enseñanzas que nos dejaste. Le dijiste al mundo que cada uno, no importa lo pequeño que sea, debe hacer lo que esté a su alcance aunque apenas sea una gota de agua si de apagar un incendio se trata, o sea un pequeño grano de arena si el hecho es construir un gran edificio. Al unirnos, todas las gotas de agua pueden formar un océano y contra esa fuerza, nadie ni nada puede.
¡¡¡Gracias, Maathai!!!
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